Miércoles, 8 de marzo de 1989
Querida Laura,
El viento remueve y esparce las espigas de trigo en el campo que te vio crecer. Aquí el Sol brilla con menos intensidad desde que te fuiste y las golondrinas vuelven cada anochecer al nido sobre el tejado de casa. Pero tú no vuelves, Laura. No vuelves, y no sé dónde estás, ni cómo te encuentras, ni si cumpliste tus sueños, ni si me has podido perdonar. Lo más probable es que ya te hayas dado cuenta de quién soy y no quieras seguir leyendo esta carta escrita con las lágrimas que reprimí cuando te fuiste. Laura, mi niña. Sé que no soy digna de tu perdón, pero te sigo queriendo. Laura, hija mía.
Lo siento.
- Visto: 809