Finalizado el año, Almaguerito repasa las cosas que ha visto desde que en la primavera comenzara a mirar aquí y allá por los rincones y espacios públicos de Corral, desalentado por los relajados hábitos de urbanidad que observa entre sus paisanos.
Contempla Almaguerito con asombro cómo cualquier punto de la localidad se convierte en lugar de depósito de plásticos, latas, papeles, trapos y demás objetos alegremente tirados, así como ver los contenedores de recogida de basura rodeados de los objetos más insospechados, de muebles y enseres que la pereza y abulia ha dejado bastante lejos del Punto Limpio que el municipio tiene para tales menesteres.
Después de ver lugares, no muy transitados, llenos de desperdicios, sitios confundidos con dormitorios, dejando allí colchones viejos, en wáteres, cuartos de plancha, de utilizar el río como cuarto de muebles desechados y más barbaridades, Almaguerito confía en que la responsabilidad individual de cada ciudadano y ciudadana ponga un punto de cordura en este desmadre, para que cada comportamiento responsable y respetuoso con el medio ambiente se convierta en ejemplo para el resto.
Almaguerito no mira a nadie, pero sigue vigilando la basura descolocada y fuera de lugar como espejo de conductas poco respetuosas con la sociedad y el medioambiente.